La transparencia sin coherencia deja de ser transparencia

Hemos asistido en los últimos días a una campaña en prensa por parte del Ayuntamiento en lo que podría considerarse una forma de rendir cuentas de su gestión y de su filosofía de trabajo, que pese a sus aparentes buenas intenciones, trasluce una lectura entre líneas que nos arroja a un mar de incertidumbres y contradicciones a la hora de valorar la supuesta transparencia de la misma.


A priori, se publicita complementar una inicial auditoria de cargas de trabajo de la plantilla con un estudio de la empresa privada para supuestamente corroborar la conclusión extraída de la misma: un equilibrio de personal donde ni sobra ni faltan trabajadores, valoración incompleta que no ahonda en otras carencias internas de la misma como es la falta de especialización en numerosos colectivos municipales, desde personal de bibliotecas, jardines, Samur, etc.

Por otra parte, se practica una errática política de gestión de doble cara al amortizarse puestos de trabajo, sin interlocución sindical alguna, mientras por otro lado se anuncia “con total transparencia” la contratación de un elevado número de asesores políticos, arguyendo un plan de descentralización destinado a la toma de decisiones y la gestión de recursos. La transparencia no es tal si se limita solo al anuncio de la competencia profesional de los mismos como “técnicos especializados”, sin más datos sobre su identificación y una elección no sujeta a los más elementales criterios de libre concurrencia, igualdad, mérito y capacidad. Por otra parte, la transparencia y la asesoría política nada tienen que ver con un auténtico apoyo al trabajo y gestión realizados por los funcionarias y funcionarios municipales.

Las supuestas bondades de la gestión pública en aras de una discutible transparencia no deja de ser un ejercicio de ausencia de coherencia que rompe el discurso mediático de la Corporación, al hurtarse a la opinión pública la realidad del estado de la plantilla municipal mientras se vuelve a la mala praxis de caer en la tentación de politizar la gestión de lo público, que esta organización rechaza y rechazará tajantemente.

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